jueves, 4 de octubre de 2007

CAPITULO 3: CATARSIS


Un globulo ocular de enormes dimensiones viajaba hacia las profundidades remotas del mar de los depresores, en su interior, durmientes, un clon y un Mantyr, aletargados como niños pequeños, acogidos por la calor del ojo de incógnito, arrastrados por el nervio óptico sensitivo que los movilizaba en ese cúmulo de burbujas hacia la más recóndita obscuridad, Mark IV, debido a la presión latente, sintió que uno de sus oidos empezó a sangrar, el dolor hizo que se despertase, el ojo era translucido por la parte trasera, podía visualizar dónde se hallaban, él y el insecto-mamífero, de poco le servía ver en un lugar dónde todo era negro, no había señal de vida, únicamente se podían discernir los filamentos luminiscentes de los otros nervios ópticos de los ojos que permanecía flotantes en la superfície, la contemplación de todos los nervios alineados daban la impresión de estar descendiendo por los hilos de un arpa gigante, Mark IV, el clon que ahora libre, se sintió como en casa, como en su probeta, al saber que el Mantyr estaba a su lado, intuyó que se dirigían a un lugar dónde estarían seguros, libres de control, el Mantyr de prontó comenzó a emitir chillidos agudos que alertaron al clon, del extremo inferior de sus patas comenzó a generarse unos filamentos, cuando Mark IV se aproximó para extraerlos se quemó, desprendían acido, un acido que empezó a corroer la estructura interior del ojo y a generar oberturas por las que se colaba el agua, el Mantyr no paraba de chillar, estaba envolviéndose en una especie de cúpula, una crisalida, tal vez en contra de su voluntad. El clon hizo un último intento por abrir la pupa y por poco pierde la mano que le queda, la cobertura era ácido puro humeante, desprendía un olor nauseabundo, desconocía si el insecto había muerto, lo desconocía él y las cada vez más ignorantes nanomaquinas de su interior, y mientras permanecía impotente ante la situación, el gran ojo comenzaba a inundarse de agua, cubriéndole los talones, mojándole la túnica negra, la túnica del viejo jinete, deseaba chillar, pero no podía, deseaba actuar, hacer algo, de nada le serviría, sólo podía esperar, condenado a esperar, y mientras observaba la catarsis del insecto, expectante a los acontecimientos que para bien o para mal estaban a punto de suceder, su cuerpo por mitad del tronco ya cubierto de agua y su mirada fijada hacia su interior,sus recuerdos, su alma, el ojo se desvanecía en las profundidades de la oscuridad, desapareciendo, fundiéndose con el mar.

La sección 2 había quedado completamente desolada, los diamantes flotantes estaban acabando de exterminar todo resquicio de vida en la sección 3, el embarcadero, el Sabhtak, el que determinaba las ordenes, el de rostro joven e indeleble al paso del tiempo, Mauah, permanecía sentado en el trono de su nave flotante, con forma de corona, construída a base de rubís y diamantes, esbozando una sonrisa, de alivio, recordó lo que tenía que proteger, recordó que dependían de los Sabhtaks que el reinado de Ishtar permaneciera en el más absoluto de los anonimatos, durante la reunión de toda la congregación Sabhtak del reinado de Ishtar se sentenció que en el caso de que se intuyerá alguna señal, movimiento, acto que pudiera hacer peligrar la identidad del propio sistema se procedería a la erradicación total de la sección o secciones que fueran convenientes, Mauah llevaba 200 años allí, había destruído en su existencia 120 secciones del reinado, ahora solo quedaban 5, por poco tiempo. El Sabhtak desde su trono recibe una orden, una orden que viene reflejada en proyecciones holograficas desde los cristales de rubí de su trono, le dicen que erradique definitivamente la sección 2 y la 3, el Sabhtak asiente con la cabeza, posa sus manos en el trono, unos paneles esfericos de control emergen, paneles conformados por cristales, su techo se cubre de cristales rojos opacos, eleva las manos, de su trono emergen diminutos cristales con forma de piramide que van agrupándose, lentamente, un sonido del interior de su cabina informa a todas las demás naves que se unifiquen, las naves empiezan a fusionarse, creando una inmensa espada de miles de metros de longitud, una espada de rubí, la espada de la condenación, la nave de Mauah, el Sabhtak adquiere forma de mano y toma por la empuñadura la espada, ante la mirada de los demás habitantes de las otras secciones, la sección 4, Hoguban, que contemplan a cientos de kilómetros la espada, ya no se asustan, estan habituados a las particiones, se arrodillan, hombres, mujeres, niños, rezan, rezan por su vida, rezan porqué su sección no sea la siguiente, en la sección 5, Onstopia, hacen cánticos rituales, y los más jovenes se aparean con sus novias por miedo, por necesidad de perpetuar su linaje. En la sección 1, Capilot, los Sabhtaks y guardianes en formación contemplan las acciones de su hermano, su discípulo, su compañero, a la espera de unos resultados óptimos, Mowah, el sabio, el Sabhtak más mayor, va indicándole las acciones a Mauah hablándole desde un diamante introducido en su lengua, como un doctor dándole instrucciones a un cirujano en prácticas, el Mowah marca paso a paso los cortes que agilmente va realizando Mauah para fragmentar la sección 2 y 3 del reinado de Ishtar, la espada de la condenación genera una partición que llega hasta el núcleo, provoca terremotos, la tierra comienza a resquebrajarse y elevarse en el cielo, como dos inmensos bloques de piedra, dos pequeños planetas, la sección 2 y 3, flotan ascendientes hacia el universo, Mauah continua efectuando más y más cortes longitudinales con gran precisión, destrozando cordilleras, casas, arbustos, provocando un mar de meteoritos que con suma velocidad van siendo proyectados hacia el universo, no era su primera vez que realizaba una partición, pero sí que era la primera vez que la realizaba solo, ante el espectaculo, horrendo para los de la sección 4 y 5, maravilloso para los de la sección 1, los Sabhtaks aplaudian ante la hazaña del discípulo, Mowah felicita la labor de su hermano. El Sabhtak joven, Mauah se dispersa, la espada de la condenación se vuelve a convertir en un conjunto de naves, de las cuales, él, es su pieza central y contempla, satisfecho como el gran vacio, se llena de mar, un mar, el de los depresores, que llenará y separará a partir de ahora la sección 1 de las restantes, un mar que paulatinamente se ha convertido en la señal de su poder, de su control, y Mauah, durante unos segundos, siente miedo, se cuestiona si sus actos terminarán por acabar con él, con su raza, si los actos que estan realizando son verdaderamente lícitos, pero solo era un pensamiento de unos segundos, ordena a las pequeñas naves de diamante que vuelvan a la Catedral, los diamantes aéreos comienzan a avanzar haciendo un surco en el aire, precedidos por su lider, y al llegar a la Catedral empiezan a adherirse en la roca de la misma, conformando parte de su ornamenta, mientras el Sabhtak Mauah, desciende hacia la cúpula, ante los aplausos de sus guardias y sus hermanos.
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El agua ya llegaba por el cuello de Mark IV, y el cristal del globulo ocular, el ojo en el que se hallaban estaba a punto de reventar por la presión, no habia atisbos de nada, el clon, el aprendiz de humano, quería gritar, y lo hizo, aunque no podía escucharse, el agua empezó a reventar el cristal violentamente, todo se cubrió de líquido, Mark IV desesperado echó a llorar hasta que el agua le cubrió todo, aguantaba la respiración, golpeaba al Mantyr en su prisión de líquido hermético que continuaba descendiendo a ningún lugar, entonces lo pensó, los habian condenado a la muerte, a los dos, no había otra opción, todo había sido una trampa por las androides, jamás antes, ese clon, había desconfiado, su código establecido no le permitía generar determinados juicios, y ahí lo estaba haciendo, probablemente muchas de las nanomaquinas de su interior se destruyeron con el impacto y la abrasión, era la única razón, era la única opción, Mark IV, se esta quedando sin aire, su pecho empieza a convulsionarse, y se ahoga, con los ojos abiertos de par en par, se cae, flotando lentamente, hacia la base del ojo, de pronto, un brazo emerge, un brazo procedente la crisalida del Mantyr, un brazo no humano, conformado por un armazón crustaceo, pero de forma humanoide, tiene cinco dedos, negros, acabados en uñas puntiagudas, la pupa, estalla en pedazos, un rostro, el de un ser desconocido para Mark IV, hace aparición, es un humanoide, acorazado con la estructura externa del Insecto, sus ojos conformados por millones de paneles simetricos contemplan al clon y mientras con su antebrazo extrae un enorme aguijón salido de una membrana le dice a Mark IV,

- Tranquilo, hijo de Lonestar, ya estamos llegando, respira.

Ese ser, el Mantyr, su evolución, me dijo que respirará, inhale el agua, el líquido, se podía respirar, mis pulmones se inundaban de líquido oxígenado, información que las nanomáquinas no supieron determinar, su base de datos estaba en crisis, y mi mente también, contemplé a ese humanoide con aspecto de guerrero, con su aguijón golpeó el cristal del ojo, nuestra protección, estalló en pedazos, solo quedaba el nervio óptico, el filamento luminiscente, me dijo que me agarrará, él extendió sus cuatro alas membranosas y me seguía a mi lado, sonríente, libre, comencé a ver muchos filamentos, había algo al fondo que se divisaba, un inmenso coral, repleto de ojos, muchos introducidos en cuevas, otros ascendiendo a la superficíe, y ese coral se desplazaba hacia algún sitio, un sitio que jamás podría llegar a imaginar, el filamento nos arrastraba, a mí, el Mantyr humanoide me seguía, hacia una horadación del coral, cuando me quise dar cuenta, tomar un ánalisis de la situación me hallaba dentro, dentro de una cueva, una cueva blanca, repleta de perlas preciosas, brillantes, a mi lado estaba el Mantyr humanoide, yo me encontraba arrodillado, exhausto, respirando ese líquido, ese mar de los depresores, lágrimas de felicidad y de tristeza y delante de mí estaba ella.
La morena, mi morena, la clon de la probeta, la mujer que desee, seguía con vida, vestida con un traje de coral minimalista, que tapaba sus zonas reproductoras y erógenas y con el pelo flotando en el agua, me contemplaba con sus ojos marrones, me miraba y sonreía, me había reconocido como yo a ella, me tomó de la mano, me dijo que la acompañara, entramos en un tubo en espiral, ella, el mantyr y yo, un tubo que nos desplazaba a toda velocidad a otro nivel, el coral con ojos quedaba lejos ya, nos aproximabamos a una inmensa cabeza, una cabeza con vida,una cabeza que me observaba, con grandes barbas que parecían una jungla selvática, el tubo en espiral la iba rodeando hasta que accediamos por uno de sus oidos a una recámara principal, ya no había agua, vomitaba el líquido, ella y el Mantyr con forma humana me contemplaban, pero no estabamos solos, habia alguien más, un hombre, un anciano, me estaba observando, me habló,

- Hijo de Lonestar, nos dijeron que no podiamos practicar la magia

Ellos no podían practicar la magia, la tecnomagia, no podían practicarla en esa tierra.

El anciano se me acercó,

- Hijo de Lonestar, nos dijeron que si practicabamos la tecnomagia, moriríamos.

Les dijeron, que, si practicaban la tecnomagia, serían aniquilados.

El anciano toca la gargante del clon,

-Hijo de Lonestar, no puedo hacer que hables, pero puedo hacer que hablen por tí.

El anciano palpa el hombro de Mark IV, el hombro de su brazo cercenado.

- Hijo de Lonestar, yo no puedo darte un brazo, pero puedo darte, magia.

El anciano genera una luz en la herida dónde figuraba el brazo de Mark IV, su perdido brazo, su sangre empieza a brotar, un chorro de agua surge del exterior y se mezcla con la sangre, ante la atónita mirada del clon, ese líquido comienza a adquirir una forma de algo, algo transparente, pero móvil, unos dedos, unos dedos que se mueven, un antebrazo, conformado por sangre y por agua, un brazo, un brazo de agua, agua y sangre, agua de lágrimas y tristezas, y mientras Mark IV, observaba la palma de su nueva mano, su mano mágica, su brazo mágico,a traves de ella podía ver el rostro de la morena, sonriente, expectante, ante las lágrimas del clon, lágrimas de felicidad, que iban brotando hacia arriba, mezclándose con el mar.

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